Excepto a ti

La felicidad danzaba radiante cuando te tenía a mi lado;
el mundo se volvía un edén solo con tu presencia.
El aire era tibio y envolvente,
el cielo destilaba matices de ensueño,
la vida poseía un fulgor que ahora se ha extinguido.

Si hubiera sabido que aquellos serían nuestros últimos días,
habría detenido el tiempo con las manos desnudas,
habría besado cada instante con la devoción de un último aliento.
Desde la primera caricia hasta la última,
desde el primer beso hasta el último,
desde el primer abrazo hasta aquel que nunca llegó.

Pero te desvaneciste sin un adiós,
como un sueño que se disuelve con la luz del alba.
No hubo preludio a la tormenta,
ni tregua para llorarte,
ni un eco de despedida que me permitiera sostenerte un segundo más.

Dime, ¿qué pasó?
Dime, ¿por qué te perdí?
Porque no quiero nada de nadie,
no quiero a nadie,
excepto a ti.

Eres y serás el incendio más voraz que ha ardido en mi alma,
la llama eterna que se enredó en mis venas,
un fuego insaciable que nunca se apagará.
Porque mi corazón no sabe latir para nadie,
excepto para ti.

Y ahora,
el aire es asfixiante y estéril,
el cielo se ha desteñido en un lienzo sin vida,
la existencia es solo un eco desolado.

Todo lo que me queda es entregar mis cenizas al viento,
permitir que mis pasiones mueran contigo,
y sucumbir al peso de tu ausencia,
mientras mi corazón se marchita
en la sombra de lo que fuimos.