Fantasía Mía
El dulce sonido de tu voz,
cuando me hablas,
eriza mi piel de pies a cabeza.
La suavidad de tus manos,
cuando rozan mis hombros al saludarme,
despierta una corriente eléctrica en mi interior.
La humedad de tus labios,
cuando besas mi frente al despedirte,
hace latir mi corazón como loco.
Tu mera presencia
despierta cada fibra de mi cuerpo,
me vuelve alerta,
me arranca de toda obligación,
me sumerge en ti.
Tu risa desata mariposas en mi vientre,
y no puedo evitar sonreír
cuando ese sonido glorioso
resuena en mi mundo.
Me alegras.
Me embriagas.
Me haces feliz… y ni lo sabes.
No puedo evitar lo que siento a tu alrededor.
Intento alejarme,
pero siempre encuentras la forma
de anclarte a mi vida.
Las veces que nuestras miradas se han cruzado
las cuento con los dedos de una mano,
pero siempre, siempre
mi rostro arde,
mi garganta se seca,
y tú, lo sabes.
A veces imagino que me miras,
que me regalas un guiño travieso,
una sonrisa coqueta
que me deja sin aliento,
que me derrite las piernas.
Pero es solo un espejismo.
Porque no te puedo tener.
Lo sé.
Lo he sabido siempre.
Solo me queda fantasear.
Imaginar cómo sería sentirte cerca,
hundirme en tus caricias,
beberme tus besos,
perderme en ti,
aunque sea una vez.
A veces creo que lo sientes,
que me deseas
con la misma ansiosa desesperación
con la que te deseo yo.
Pero mi perfecta fantasía se desvanece,
muere lentamente
cuando mis ojos bajan,
cuando tropiezan con la banda dorada
que reposa en tu anular izquierdo.