Grito en la penumbra
Las lágrimas resbalan por mi rostro,
empapan mi piel.
Se hunden en mi carne,
como aguijones invisibles.
Mis ojos, rojos y cansados,
Arden como brasas apagándose.
Mi cabeza retumba,
martillea sin tregua.
Cada sonido es un estallido.
Cada eco, una herida abierta.
Y esta presión en el pecho,
tan honda, tan asfixiante,
como un puñado de sombras
apretándome el alma.
Intento pensar en lo bueno.
Pero lo malo es un espectro.
que se asoma en cada esquina,
que se ríe en mi cara
Y me arrastra de nuevo al abismo.
Sería tan fácil...
deslizar una hoja sobre mi piel,
abrir un puente entre la vida y el vacío.
Sería tan fácil...
saltar y dejar que el aire me devore,
Que el suelo me reclame.
Sería tan fácil...
tragarse el olvido en pastillas
y dormir sin promesas.
La vida sabe cuánto la anhelo.
Cuánto la odio.
Quiero tener el coraje
de ser egoísta,
de dejar de pensar.
Siempre hundida,
ahogada en mi propio veneno,
en el peso de mi desesperación,
en este odio que me carcome.
Solo quiero compasión.
Solo quiero comprensión.
Solo quiero aceptación.
Tal vez la vida no fue hecha para mí.
O tal vez yo no fui hecha para ella.
Y quiero gritar...
gritar hasta desgarrarme la garganta,
Hasta que alguien escuche.
Lo que mis silencios han callado.
Quiero llorar...
llorar hasta que mis huesos se vuelvan agua,
Hasta que mi reflejo desaparezca.
Quiero morir...
pero no sé si quiero dejar de existir,
o solo dejar de doler.
No soy normal.
Nunca lo he sido.
Y aunque lo intento, hay algo...
algo más fuerte que yo,
un peso en el alma,
una sombra que ni la noche
Es capaz de engullir.
Estoy cansada de cargar con este vacío.
De arrastrarlo conmigo a todas partes.
Estoy cansada...
Tan cansada...
de seguir respirando.
¿Es tan difícil de entender?
Solo quiero gritar...
Quiero llorar...
Porque mi cerebro grita: ¡Quiero morir!
Y el mundo grita más fuerte: ¡Qué patética!