Día de lavandería, me toca bajar catorce pisos para llegar allá. Son las seis de la tarde, y apenas acabo de llegar del trabajo, mi pereza y cansancio quieren ganarle a mi cuerpo, pero si no lavo hoy; no lo haré en un buen tiempo y me quedaré sin ropa limpia. Como el elevador está dañado, toca bajar catorce pisos, más uno para llegar al sótano, donde residen las lavadoras y secadoras. Tengo cinco fundas de ropa sucia y porque me creo muy macho, trato de bajar con las cinco de una sola; no hay manera que vaya a subir,
Leer másLo tenía todo bien calculado; sabía su horario de trabajo, sabía que salía muy tarde por la noche, cuando las calles están totalmente desiertas. Esa particular noche, a las once y treinta y tres minutos, no se hallaba un alma deambulando por la zona, la rodeó varias veces, mirando por cada esquina, intercepción, ni un alma; sería una noche extraordinaria.
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