Lo tenía todo calculado. Sabía su horario de trabajo, conocía sus costumbres. Sabía que salía muy tarde por la noche, cuando las calles se sumían en un silencio espectral. Aquella noche, a las once y treinta y tres, el mundo parecía haberse detenido. No había testigos, ni luces encendidas, ni pasos en la distancia. Era la noche perfecta.
Leer másNo te escribo para obtener una respuesta; al contrario, te lo ruego, no me respondas. Solo necesito dejar esto en el viento, como un último susurro antes del olvido. Te extraño con una ferocidad que me desgarra.
Leer másLas lágrimas resbalan por mi rostro.
empapan mi piel.
Se hunden en mi carne.
como aguijones invisibles.